La universidad que potencia el ingenio, la innovación y el emprendimiento.
Nuestros estudiantes experimentan la ingeniería, la computación y los negocios desde el día uno a través de nuestra metodología de aprendizaje activo
Ese es el ADN de nuestros estudiantes: alcanzar el más alto nivel académico y desarrollo personal.
El paso decisivo para encontrar las mejores soluciones.
Informes de sostenibilidad
contacto:
Giancarlo Marcone
DIRECTOR DE HACS
gmarcone@utec.edu.pe
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La Web1. El comienzo del internet
Durante mi secundaria, tuve la suerte de acceder a un laboratorio de computación con internet. Le llamaban El Club del Internet y, en 1997, era considerado una especie de lugar de culto para los fanáticos de la tecnología. Nos reuníamos los sábados, durante una hora como máximo, para acceder al océano de información que llamábamos internet. Lo que más recuerdo es el sonido de los módems, que parecían invocar a espíritus, cuando había que reconectarlos con la señal.
Como no existía el concepto de nube, siempre teníamos que disponer de un disquete o floppy disk, que podía almacenar 1.44 MB de información de forma portátil. Así, nos dedicábamos a coleccionar archivos JPG, MIDI o de otros formatos de bits portables para escuchar nuestra música y visualizar imágenes de nuestros artistas favoritos.
Leíamos noticias a través de Gopher. Antes de ser un buscador, Yahoo era un directorio con toda la información del internet conocido y por conocer. También nos dedicábamos a socializar con avatares y nicknames de otros países y continentes. MIRC y Latinchat eran nuestros canales preferidos y nos parecía una locura la posibilidad de conectarnos, a través de una computadora, con alguien ubicado al otro lado del mundo.
La Web1 estaba marcada, justamente, por una primera iteración del internet. La valla tecnológica para publicar y crear sitios web era muy alta y solo era posible para medios especializados de noticias y empresas. El usuario se dedicaba básicamente a consumir información en formato texto y archivos multimedia de baja resolución.
La Web2: Vamos a publicar y socializar.
La Web2 es la internet que conocemos hoy. Tras el estallido de la burbuja puntocom, en el 2000, aparecieron nuevas iniciativas muy diferentes a las anteriores. La primera ola estuvo marcada por la publicación en WordPress y Tumblr, entre otros formatos. Ambos facilitaban mucho la publicación de una página web sin estar pendiente del aspecto complicado del hosting.
La Web2 está marcada por la democratización de la publicación en internet y su socialización. Luego empezó una segunda ola de portales para publicar, ahora de forma social, cuyos contenidos se distribuyeron a un ritmo exponencial. Muchas plataformas hoy crean valor al distribuir contenido generado por el usuario y de acuerdo a los intereses de su audiencia. En ese sentido, Instagram y TikTok fueron las últimas iteraciones de contenido viral y grandes bases de usuarios.
A pesar de este panorama, no todo es color de rosa y la Web2 presenta un grave problema. Es un modelo poco sostenible cuyo producto son la atención y los datos de los usuarios, donde el poder y la información se concentran en unas pocas empresas y personas.
El gran riesgo de tener un servicio centralizado se sintió con la caída de las plataformas de meta, que nos dejó incomunicados durante un día. Algunos estudios incluso evidenciaron un bajón en la productividad, debido a la interrupción de los canales de comunicación que usábamos a diario como WhatsApp.
La Web3. El futuro del internet
Desde los orígenes de internet, diferentes grupos de personas proyectaban un mundo mejor, catalizado por la tecnología desarrollada por un grupo de criptoanarquistas conocidos como cypherpunks. A través de una lista de correos, estos expertos en criptografía postulaban ideas de cómo utilizarla para proteger la privacidad de las personas y postular ideas con libertad, sin temor a la censura.
Sobre estos conceptos, en el 2008, un usuario llamado Satoshi Nakamoto escribió y publicó un estudio sobre una moneda descentralizada bajo un sistema de incentivos llamada Bitcoin. Se trata de un modelo global, basado en tecnologías que convergen para crear una red descentralizada de nodos validadores que minan bitcoins, como recompensa al procesamiento de las transacciones que ocurren de manera criptográfica, y que soportan transacciones sin necesidad de pasar por bancos o Gobiernos. En pocas palabras, se trata de una moneda confiable porque está basada en un sistema criptográfico que es inmutable, público y anónimo.
La inversionista en criptodivisas Li Jin y la escritora Katie Parrott esbozaron la visión de la Web3 de esta manera: si la era previa a internet y la Web1 favoreció a los publicadores y la era Web2, a las plataformas, la próxima generación de innovaciones —conocida de manera colectiva como Web3— busca inclinar la balanza de poder y propiedad de vuelta a los creadores y usuarios.
Ethereum
Vitalik Buterin es un genio de la computación y jugador habitual de World of Warcraft (WOW). Un día, entró a la plataforma de este videojuego online y se percató de que el personaje con que jugaba había sido nerfeado, es decir, habían reducido sus estadísticas o stats y no estaba de acuerdo con este cambio. Así fue que Buterin diseñó Ethereum, debido a los horrores de centralización que experimentó con WOW.
Si bien Ethereum fue creada por varios genios tecnológicos, Buterin fue uno de sus desarrolladores principales y su visión moldeó la versión final que conocemos de esta criptomoneda. Sin duda, la gran innovación de Ethereum fue que, a diferencia de la red de Bitcoin, no solo soporta transacciones, sino que permite programarlas y desplegarlas sobre la misma red o chain. Así, surge un nuevo concepto: los contratos inteligentes o smart contracts.
Los contratos inteligentes
Para entender un smart contract, primero hemos de recordar qué significa un contrato. Se trata de un acuerdo entre dos o más partes respecto a lo que se puede hacer en un entorno, cómo puede hacerse y qué pasa si algo no se hace. Son reglas de juego que permiten a todas las partes que las aceptan entender en qué consistirá la interacción a realizar.
Un smart contract es un contrato programado para ejecutar determinadas acciones al cumplirse condiciones específicas. Está embebido en la misma red de Ethereum, es decir, es inmutable y público. Esta característica lo vuelve superpoderoso, pues empezamos a notar que, al confiar en una red pública, podemos usar los smart contracts para transaccionar no solo monedas, sino también activos digitales y físicos.
Aparecen los NFT
A diferencia de los tokens fungibles, como el dinero, el bitcoin o el ether, los NFT son tokens no fungibles. Ello quiere decir que son únicos y no acumulables. Luego de las criptodivisas, el siguiente paso era juntar coleccionables digitales. Alrededor del 2017 empiezan a surgir estos coleccionables, cuya adquisición se realizaba con criptodivisas.
En internet, todo puede copiarse y reproducirse por su carácter digital. Los NFT otorgan a los activos digitales un certificado que los vuelven escasos y únicos de manera artificial. También nos permite saber quién es el dueño de cada activo digital y poder validarlo. Si bien existe mucho miedo a perderse algo (FOMO, por sus siglas en inglés) respecto a los NFT y mucha discusión al respecto, la verdad es que recién estamos explorando la tecnología y que el humano es coleccionista por naturaleza. Por lo tanto, mientras existe una necesidad, también existirá un mercado.
Hoy tenemos proyectos legítimos que han logrado generar clubes y cultura de internet, además de impactar tanto en socios como en poblaciones. Mi mejor consejo al respecto es que primero se investigue bien un proyecto antes de invertir en él.
Sin duda, la forma en que uno interactúa en la Web3 es diferente. En la Web2, nuestros datos pertenecen a una empresa, iniciamos sesión con un correo y podemos ser censurados. En la Web3, somos dueños de nuestra información personal, iniciamos sesión con una billetera anónima y nuestros contenidos están libres de censura.
El metaverso y la Web3
El metaverso es el término que usamos en estos días para referirnos a los mundos digitales inmersivos donde los usuarios pueden socializar, jugar, asistir a reuniones y realizar otras actividades. Mark Zuckerberg popularizó el término cuando anunció que Facebook iba a cambiar su nombre por el de Meta.
El metaverso es una visión sobre la interacción que tendremos con el internet y que converge con la Web3. Propone la creación de pequeños universos cuyos usuarios construyen la visión del mundo en que desean convivir. La Web3 potencia este concepto, pues crea mecanismos de economía, votación y participación.
El proyecto de Decentraland, considerado el metaverso más longevo, utilizó tokens NFT para ofrecer parcelas. Se subastaron 180 000 parcelas que son limitadas para reunir los fondos para el desarrollo de la plataforma que hoy podemos experimentar. Además, al poseer una parcela, participas de las votaciones de la organización autónoma descentralizada (DAO, por sus siglas en inglés). Decentraland no es poseída por una empresa, sino por una organización enteramente digital y descentralizada.
Fundado por los argentinos Ari Meilich y Esteban Ordano, Decentraland es un ejercicio de crear un mundo descentralizado y una nueva forma de interactuar con el internet. No obstante, también existen otras iniciativas reconocidas de metaversos:
- Meta Horizons
- Sandbox
- Decentraland
- Roblox
- Minecraft
Es seguro que aparecerán muchos más en los años venideros.
Entonces, ¿por qué es relevante aprender sobre la Web3 en este momento?
Monedas digitales
Las criptomonedas nos permiten realizar pagos y transacciones para adquirir activos físicos y digitales. Asimismo, las transacciones pasan de billetera a billetera, sin intermediarios. Es importante ser conscientes de que este dinero será poseído por los usuarios y no por los bancos, lo que aumentará la eficiencia de las transacciones.
Ownership de información
Nuestra billetera pública se convertirá en un registro de transacciones, a través de adquisiciones, experiencias y generación de contenido. Al ser pública, confiable y descentralizada, también permite que personas y organizaciones demuestren ser confiables.
Descentralizar la confianza es un gran paso para organizarnos y crear las maravillas que los humanos somos capaces de lograr.
Ownership de organizaciones
Además de ser dueño de su propia información, el usuario también podrá adquirir tokens que dan acceso a contenidos y ownership de organizaciones descentralizadas. En términos simples, poseerán acciones con preferencia a voto y/o utilidades del proyecto en que quieran invertir, sin necesidad de pasar por instituciones de gobierno ni entidades centralizadas.
Con estos tres vectores, se genera un nuevo terreno donde los usuarios puedan apalancar iniciativas de cualquier parte del mundo a la velocidad de una transferencia on chain para paliar algunos problemas importantes. Hoy siguen surgiendo nuevos modelos de negocio y nuevos tipos de DAO para crear valor en base a un nuevo paradigma: un internet descentralizado, universal y, sobre todo, más humano.
Por: Luis Eduardo Augusto, CEO y cofounder de Manifiesto Studio.
Conoce más del metaverso y participa este 17 de noviembre en Metaverso UTEC, una experiencia en Decentraland.
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