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We've built strong relationships with the best educational institutions in the world.
The right path to finding better solutions.
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Contact:
Giancarlo Marcone
HACS DIRECTOR
gmarcone@utec.edu.pe
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Australia, especialmente en sus regiones surorientales cerca de Sídney y Canberra, atraviesa desde septiembre pasado una ola de incendios forestales sin precedentes. Casi ocho millones de hectáreas de vegetación han sido consumidas por las llamas, lo que corresponde a casi dos veces al territorio de Suiza. Esta cifra ya sobrepasa la superficie que ardió en circunstancias similares hace tan solo cinco meses en la Amazonía y supera más de doce veces lo sucedido en California en 2018 y 2019 juntos.
Se han reportado más de 20 personas fallecidas y 1600 casas destruidas por el fuego. Estos incendios forestales no son nuevos y ocurren todos los años durante el verano austral cuando la sequía por falta de lluvia y las altas temperaturas se juntan. Lo realmente preocupante es que esos incendios se están volviendo más extensos, más duraderos, inician antes de lo previsto y son más frecuentes.
¿Por qué está sucediendo esto en Australia?
Las causas directas de estos incendios son mayoritariamente naturales. Las fuertes sequías por falta de lluvias, las altas temperaturas y los fuertes vientos crean las condiciones propicias para que los relámpagos inicien un fuego y se propague rápidamente en incendio forestal. En algunas raras ocasiones el ser humano inicia “artificialmente” el fuego, ya sea de forma accidental o criminal.
Esta vez, Australia viene atravesando desde la primavera 2019 un largo periodo de intensa sequía por falta de lluvias. Asimismo, en diciembre se superaron las marcas de temperaturas promedio del país, alcanzando casi los 42° Celsius. En general, la temperatura promedio en todo el país ha aumentado de más de un grado en tan solo 50 años. Estos dos factores, sumados a los fuertes vientos generan una situación climatológica sin precedentes altamente propicia para alimentar los incendios forestales. Lamentablemente, el verano austral apenas comienza y se estima que las temperaturas seguirán aumentando y las lluvias escaseando.
El nexo con el cambio climático
El nexo de estos incendios sin precedentes con el cambio climático radica en la existencia de condiciones climatológicas extremas que favorecen la propagación del fuego. El cambio climático y las actividades humanas subyacentes no son directos responsable de los incendios, pero sí hacen que las condiciones propicias de poca pluviosidad y altas temperaturas persistan y se intensifiquen, exacerbando los incendios. Estos últimos son en realidad un aspecto más, otra faceta del cambio climático. Sin embargo, el aumento de las temperaturas y las perturbaciones de los ciclos de precipitaciones sí están directamente relacionados con las actividades humanas.
Un fenómeno climatológico conocido como IOD positivo (Indian Ocean Dipole) explica el actual aumento de las temperaturas y la poca pluviosidad en Australia. Del otro lado del océano Índico, África oriental atraviesa fuertes lluvias. El IOD actual es particularmente fuerte y aunque los procesos meteorológicos y climatológicos responsables son bastante complejos, es altamente probable que estos resulten del aumento generalizado de las temperaturas de las masas de aire y agua del planeta.
¿Cuáles son las posibles consecuencias?
A las numerosas pérdidas humanas y materiales se suman enormes consecuencias ambientales por culpa de los incendios forestales en Australia. Las pérdidas en ecosistemas vegetales se cuentan en millones de hectáreas, temiendo que muchos de ellos no logren recuperarse jamás. Si bien, la mayoría de la vegetación afectada está adaptada al fuego, la magnitud del evento actual pone en peligro su regeneración.
Por otro lado, estimaciones apuntan a que más de 500 millones de animales han muerto como consecuencia de los incendios. Este número es sin duda tan solo una pequeñísima parte de la biodiversidad que ha realmente desaparecido. Preocupa particularmente el hecho de que Australia posee un alto número de especies endémicas, es decir que solo se encuentran en ese lugar. Si desaparecen allí, desaparecen del todo. Ese continente oceánico posee igualmente uno de los mayores niveles de pérdida de especies de mamíferos.
Estos incendios pueden potenciar ese proceso de erosión acelerada de la biodiversidad. Aunque especies emblemáticas de ese continente tales como los koalas o los canguros no se encuentren amenazados por los incendios, muchas otras especies menos abundantes podrían extinguirse. Por último, la calidad del aire se degrada considerablemente por culpa del humo y otras partículas liberadas durante los incendios. Millones de toneladas de CO2 y otras sustancias contaminantes son liberadas a la atmósfera cada día. La baja calidad del aire causa graves problemas de salud en las poblaciones humanas afectadas.
En Sídney, por ejemplo, se han reportado niveles de sustancias nocivas en el aire once veces superiores a los límites considerados perjudiciales para la salud. Las enormes nubes de humo han derivado miles de kilómetros por el océano Pacífico alcanzando rápidamente Nueva Zelanda e incluso llegando a Chile, Argentina y la Antártica.
Repercusiones
La magnitud de los actuales incendios en Australia y los recientes en California y la Amazonía son tan solo un ejemplo más de lo que parece va a convertirse en una constante durante los próximos años. Eventos climatológicos extremos tales como huracanes, fuertes lluvias, sequías, récords de temperaturas y sus consecuentes desastres naturales incluyendo inundaciones, derrumbes e incendios entre otros, van a hacerse más intensos, frecuentes e impredecibles.
Algunos escépticos, incluyendo dirigentes, empresarios e incluso reconocidos científicos se niegan aún a ver la clara evidencia que demuestra que las actividades humanas son las directas y principales responsables de que esos eventos climatológicos extremos se están volviendo más fuertes y frecuentes. Negar o ignorar esa evidencia no hace más que retrasar y minimizar el alcance de las medidas que se deben tomar para mitigar realmente el cambio climático y sus devastadores efectos.
Australia es uno de los países con mayores emisiones de gases a efecto invernadero, en gran parte por el intenso uso de carbón como fuente de energía. La población y principalmente los damnificados por los incendios consideran a las políticas energéticas australianas como las principales responsables de esta nueva catástrofe humana y ambiental. Tanto allí como en muchas otras partes del mundo se requieren medidas extremas y urgentes para afrontar la triste y preocupante realidad ambiental.
Lo que sucede hoy en Australia en tan solo un capítulo más de una historia llamada cambio climático. Esperemos que tenga un final feliz, y para ello se requieren medidas globales urgentes.
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